lunes, 14 de mayo de 2012

Más de 5000 personas expulsadas de sus tierras en Congo

La explotación de las minas de oro de Twangiza/Luhwinja, a unos 90 km al sur de Bukavu, capital de la provincia de Kivu del Sur en el este de República Democrática del Congo, ha motivado la expulsión de sus tierras de más de  5.100 personas.

Esta denuncia la realiza un ciudadano congoleño, Néhémie Bahizire, en un documento titulado “la maldición del oro de Kivu”. Ese documento ha sido enviado a la Agencia Fides por la asociación "Paz para el Congo".

En el mencionado documento se explica como:
“Para extraer el oro, la compañía Banro Corporation ha expulsado a los 450 mineros artesanales que vivían de este trabajo”,  “Más tarde, Banro ha expulsado y/o transferido a la población de sus tierras, cuyo subsuelo es rico en oro. La operación ha afectado a 850 familias, es decir, aproximadamente 5.100 personas. Para compensar a la población desposeída de sus tierras, Banro Corporation ha buscado otro lugar donde ha construido pequeñas casas de 20 m2 en ladrillo de barro, que se asignarán a cada familia expropiada”.
 (Las nuevas casas) “han sido construidas en un lugar muy incómodo para residir, a una altura demasiado elevada. El clima es hostil para la población que estaba acostumbrada a vivir a baja altura. Para buscar el agua, las mujeres se deben enfrentar a la dura prueba de bajar y luego volver a subir recorriendo varios kilómetros por lo menos dos veces al día. Por último, a menos de un año de su construcción, estas casas ya amenazan con colapsar, debido a grietas visibles en las paredes”.
Minas de Twangiza
“Con respecto a la tierra para cultivar, cada familia posee sólo un pequeño jardín alrededor de la casa. Siendo evidentemente insuficiente, cada familia debe arreglárselas como pueda”.
Los líderes tradicionales, al igual que las autoridades políticas, administrativas y militares, están de acuerdo con la Banro, lo que ha provocado una gran fractura social.

El documento enviado a la Agencia Fides, concluye diciendo que:

“La población de Twangiza sospecha, con razón, que cuando se agote el oro, la empresa desmantelará la planta de extracción y se marchará a otro lugar. Y esto sólo después de destruir la flora y fauna, ríos y montañas y toda la biodiversidad. ¿Que le quedará a la población?”

Por desgracia, esto no es más que otro capítulo en la larga historia de explotación y saqueo de nuestros hermanos africanos, por parte de nuestras empresas y administraciones occidentales.

Para rematar la faena recortamos el gasto en cooperación humanitaria y ponemos trabas a la atención sanitaria a inmigrantes...

¡Qué mundo.. !


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